El uso del vapor es una forma muy económica y eficaz de limpiar tu piel. Ayuda a mejorar la circulación en tus tejidos cutáneos, razón por la cual tu rostro luce más radiante. Si te realizas unalimpieza facial profunda, la vaporización normalmente se realiza antes de la exfoliación y extracción de impurezas, porque al abrir los poros se facilita la limpieza del cutis sin maltratar tanto tu piel.
Adicionalmente, la combinación del calor del vapor con las hierbas, flores y aceites esenciales, humectan intensamente tu cutis, generan un efecto antibacterial y estimulan los procesos nerviosos y de secreción de tu piel.
Cuando te realizas una vaporización facial no solamente tu rostro se beneficia, sino también tu cuerpo. Esto sucede debido a que la inhalación de los vapores en posición recta, abre tus pulmones despejando tu sistema respiratorio.
Estos baños de vapor son muy apropiados para pieles grasas o con tendencia al acné. No son muy recomendados para pieles secas o sensibles que presenten enrojecimiento o venas rotas, porque el calor puede irritarlas o secarlas más. Si tienes una piel normal o grasa puedes realizarte vaporizaciones 1 o 2 veces por semana. Si tienes piel seca es preferible 1 vez cada 2 semanas
- 1. Para hacerlo en casa primero debes limpiar tu rostro con tu rutina normal. Luego, colocas a hervir aproximadamente 1,5 litros de agua, la retiras del fuego y la colocas en un recipiente agregando las hierbas que desees (también lo puedes hacer solo con agua).
- 2. Debes proteger tus ojos, labios y áreas sensibles de tu cara con una crema protectora o hidrante. Verificas que el vapor no se encuentre muy caliente y te inclinas sobre el recipiente con la cara a una distancia de 20 centímetros del agua caliente. Te colocas una toalla sobre la cabeza y el recipiente para recoger todo el vapor ascendente.
- Vaporiza tu cutis entre 3 a 8 minutos máximo. Evita permanecer mucho tiempo en el vapor porque podrías deshidratar tu piel. Si lo tienes, puedes utilizar el aparato vaporizador.
- 3. Al retirarte, enjuaga tu rostro con agua tibia y luego fría. Sécate con suavidad.
- 4. En este momento puedes aplicarte un exfoliante, una mascarilla o simplemente finalizar con una crema hidratante.
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